7 cosas que solo los abuelos pueden enseñarnos

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El Día de los Abuelos es un momento para redescubrir a la familia y estar junto a los seres queridos, tal como ellos nos enseñaron. Aquí están las lecciones de vida que hemos aprendido de ellos.

El 2 de octubre es el Día Nacional de los Abuelos.. Una ocasion especial, establecido por ley en 2005 con el objetivo de «celebrar la importancia del papel que juegan los abuelos en las familias y la sociedad en general».

Los primeros en reconocer la importancia de estas figuras fueron Estados Unidos, que introdujeron una jornada dedicada a ellos en 1978, a propuesta de Marian McQuade, ama de casa, madre de quince hijos y abuela de cuarenta nietos.

Desde lo más alto de su experiencia, McQuade consideró el papel de los abuelos como fundamental para la educación de las generaciones más jóvenes a quienes transmitir los valores fundamentales de la existencia.

En la sociedad actual, los abuelos tienen un papel cada vez más importante, no solo como portadores de conocimiento, sino sobre todo para los aspectos prácticos de la vida diaria: recoger a los niños del colegio, ayudarlos en sus deberes, cuidarlos cuando están enfermos.

Para el día dedicado a ellos, cada ciudad organiza sus propias iniciativas, pero cada uno de nosotros puede hacer algo para hacer feliz y agradecido a nuestro ser querido. No es necesario un obsequio caro, solo un pensamiento, tal vez hecho con tus propias manos junto con los nietos, una iniciativa a hacer juntos para hacerles entender lo importante que son para nosotros y los niños.

Los abuelos son la base de toda familia, símbolo de unidad y sabiduría. Son muchas las enseñanzas que nos han dado y continúan dando a las generaciones futuras. Por eso decidimos celebrar (y agradecerles) con las siete lecciones más importantes que hemos aprendido.

Los abuelos nos enseñaron que la familia es lo primero. Crecieron en una época diferente, cuando las relaciones eran más formales y atentas a las apariencias, pero igualmente fuertes. Saben que para superar las dificultades que la vida te presenta, debes mantenerte unido y tener a alguien en quien puedas contar. A menudo son el eje de todo, el punto de encuentro, el centro neurálgico alrededor del cual gira la dinámica familiar. Con abnegación y abnegación, anteponen las necesidades de los hijos y nietos a las suyas y esta es una habilidad para aprender y poner en práctica.

La vida no siempre ha sido fácil para ellos. Muchos han conocido la guerra y el miedo a perderlo todo, por eso son capaces de disfrutar incluso de las pequeñas cosas que damos por sentado. Momentos sencillos, que nos parecen banales, pero que pueden darnos una inmensa alegría. Incluso en la vida cotidiana puedes encontrar una razón para sonreír y ser feliz y nadie mejor que los abuelos nos lo puede enseñar.

Desde pequeños, los abuelos nos enseñaron la importancia del dinero. Ellos son los que nos dieron la primera alcancía o los que nos hicieron hacer pequeños trabajos prometiéndonos algún cambio a cambio. En un mundo donde reina el consumismo, todavía pueden mantenernos en la tierra, contándonos sobre su infancia, compuesta de algunos lujos y caprichos. Aunque sean siempre los primeros dispuestos a mimarnos y llenarnos de atenciones.

Lo que hace que los abuelos sean tan especiales es la absoluta incapacidad de permanecer inactivos. Siempre han estado acostumbrados al trabajo, desde muy pequeños y rechazan la idea de poder estar ociosos, aunque estén jubilados. Por no hablar de las abuelas, ya sean amas de casa o trabajadoras, que no saben lo que significa tomarse un respiro, mostrando una fuerza y una resistencia inigualables.

Una de las mayores virtudes de los abuelos es la paciencia, la que te permite superar hasta los momentos más difíciles con una sonrisa en el rostro, consciente de que la vida sigue y que las cosas, de alguna manera, se afrontan y se dejan atrás. La paciencia es lo que les ha permitido seguir adelante y vivir al lado de la misma persona todos los días. ¿Cuántas veces has escuchado a tus abuelos decir "Se necesita paciencia"?

Si los matrimonios funcionaron alguna vez, debe haber una razón. Además de ejercitar la virtud de la paciencia, nuestros abuelos vivieron en una época en la que casarse era realmente de por vida. Hay que admitir que el divorcio fue inicialmente mal visto y, por lo tanto, ni siquiera se tuvo en cuenta. Y en el mejor de los casos, esto incitó a nuestros abuelos a aceptarse a sí mismos por quienes eran, con fortalezas y debilidades, y a amarse a pesar de todo, para bien o para mal. Y esta es, después de todo, la base de todo matrimonio.

Los abuelos son portadores de sabiduría, incluso por el mero hecho de tener más años a nuestras espaldas que nosotros. Algunas cosas solo se pueden aprender con tiempo y experiencia. Cometieron sus errores, se cayeron y se levantaron. Por eso siempre están ahí, dispuestos a darnos algún consejo y a llevarnos de la mano cuando necesitemos ayuda. Son un refugio seguro, donde refugiarse durante las tormentas de la vida.

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