Vivir en una casa pequeña te hace feliz

En Japón "Seihin", "pobreza digna", es una filosofía que nos recuerda la importancia de lo esencial, el arte de vivir con una sonrisa.

El arte del "seihin", una filosofía de vida

"Seihin" en Japón identifica un estilo de vida y una filosofía: elarte de vivir modestamente. Es una actitud que tiene muchas consecuencias y no solo en la vida práctica. Vivir en una casa quizás más pequeña que las casas con las que Occidente está acostumbrado a soñar viviendo con menos objetos, menos deseos, menos superfluo y más conciencia de lo realmente esencial. Porque este es básicamente el único objetivo que vale la pena: una existencia llena de felicidad. Allí alegría de lo esencial que viene de saber apreciar las pequeñas cosas que marcan la diferencia y los valores auténticos, construyendo un diariamente a escala humana.

¿Qué significa seihin?

"Pobreza digna", así suena la traducción de la palabra japonesa "seihin". La palabra "Pobreza" es una palabra difícil, que inmediatamente se convierte en un angustioso espectro de necesidad y carencia, otra palabra con la que a menudo estamos obsesionados. Sin embargo, nunca como en Occidente, donde la abundancia es abrumadora, parecemos falta de todo.

Quizás la palabra que mejor puede tener sentido es otra: una palabra que también es obsoleta, pero que una vez se enseñó a todos los niños herencia de vida: modestia. El adjetivo "modesto" trae consigo la acción de "regular, templar" que se inspira en el sustantivo "Modus": "límite, medida". En Occidente es orgullo no amar el estrecho sentido del límite; cada anuncio habla a lo más profundo de nosotros mismos al alentar exceder los límites, ir más allá, tener metas cada vez más grandes. Pero nuestros deseos también pueden convertirse en demonios devorados por un hambre cada vez más insaciable.

El principio de autorregulación es el límite saludable de lo que realmente necesitamos, desde las necesidades del cuerpo hasta las necesidades del alma. Esto es básicamente lo que nos enseña un país que ama lo esencial, como Japón. Seihin, "pobreza digna": saber lo que necesitamos y hacerlo lo suficiente. Un sentimiento que encontramos en el haiku, una composición poética cuya cautivadora sencillez se convierte en fuerza, claridad, sencillez: se celebra la belleza de lo esencial. Un estado de ánimo que también nos hace pensar en la decantación del desorden, la capacidad de eliminar todo lo superfluo y de ordenar, poniéndose de moda también gracias a Marie Kondo.

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¿Tienes un refugio donde ser feliz?

Dominique Loreau, autora francesa en Japón desde la década de 1970, ha aplicado esta filosofía a la vida y en su libro "Vivir en pequeño: la alegría de vivir en un puñado de metros cuadrados" nos dice que la felicidad es una casa pequeña. Las razones son muchas, desde los costes de gestión, menores, hasta los costes de limpieza y pedido; vivir en una casa pequeña te permite ahorre dinero, tiempo y energía. Pero no solo. A las explicaciones prácticas se añade una cuestión de carácter psicológico.

Necesitamos descansar y el descanso auténtico necesita un profundo integración entre nosotros y el medio ambiente. Poder relajar la mente y el cuerpo en un espacio capaz de acoger, acunar, abrazar: en una palabra, saber que podemos soltarnos y descomprimirnos. La sensación de abandono nace así, cuando confiamos. Por eso, explica Dominique Loreau, es más fácil que este proceso se lleve a cabo en una casa pequeña: una casa sin pretensiones a nivel de metros cuadrados se relaja gracias al poder de la sencillez, nos ayuda a evitar ambiciones que en realidad no son nuestras, no sobrepasa con lo vistoso por el puro placer de sorprender.

En una palabra, gracias a un espacio más "humano" encontramos el sentido de una medida que ya definía en la antigua Roma el camino a la felicidad: “In medio stat virtus”, “la virtud está en el medio”, un concepto milenario presente en los refranes populares de todo el mundo. El equilibrio es donde aprendemos a cultivar la medida de la felicidad. De hecho, en una sociedad que siempre dice "sí", obsesionada con la oportunidad correcta que no debe perderse, perpetuamente a la caza del último descubrimiento, ya sea un elixir de belleza o tecnológico, quizás la verdadera revolución sea un ejercicio en el no: hacer y tener menos para disfrutar más.

¿Estar satisfecho? No eso no es. La pobreza digna del "seihin" va más allá, porque enseña a tomar conciencia de la auténtica necesidad. ¿Cuántos son, después de todo, sus verdaderas necesidades? ¿Cuáles son ellos? En la búsqueda de lo esencial, es el momento de ganar: los momentos vividos para nosotros, el descanso de la soledad, la magia de estar juntos, el tiempo dado y tomado para uno mismo, los momentos felices de cuando hacemos lo que amamos.

Lo que vivimos, o perdemos en nombre de metas que no son nuestras, nadie nos lo puede devolver: es el momento de nuestra vida, el único activo auténtico en el que vivir y con el que amueblar nuestros días.

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