Los miedos más comunes en una relación.

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Hay al menos 5 miedos comunes que acompañan (casi) a todas las relaciones: estos son cuáles son, qué síntomas tienen y cuán vanidosos se enfrentan.

los relaciones son lo suficientemente resistentes sin agregar ninguna otra carga pesada, pero seamos realistas: a menudo, la mayoría de nosotros llevamos un equipaje voluminoso. Muchas de nuestras reacciones, nuestras sospechas y nuestro nerviosismo surgen y fluyen de esta maleta hecha de miedos nunca enfrentados o tratado de forma incorrecta. Sin embargo, la buena noticia es que reconocerlos a tiempo, hasta que se revele la causa subyacente, puede ayudarnos indiscutiblemente a mejorar la relación que estamos viviendo. Aquí entonces están los 5 miedos más comunes al iniciar una nueva relación.

El miedo de "ciertamente seré herido"

Es un miedo que, en general, lo más probable es que desarrolle a quienes crecieron en un entorno que no los hizo sentir seguros, en los que era difícil depositar la confianza en los demás. Las personas con este miedo muchas veces se sienten víctimas sacrificadas de la relación, y siempre temen que la pareja se aproveche o se aproveche de ellas, tendiendo a adoptar una serie de comportamientos recurrentes:

- Estoy demasiado alerta, constantemente en guardia contra cualquier signo de traición.

- Cuando las cosas salen bien, o han recibido un gesto amable, siempre sospechan que hay un motivo oculto.

- Actúan de manera considerada y condescendiente, pero solo para evitar posibles nervios en la pareja.

- Evitan mostrar sus vulnerabilidades a los demás por temor a que las utilicen contra ellos mismos.

- Nunca se desnudan por completo en una relación porque no confían en nadie a priori

El miedo de "Él nunca estará ahí para mí cuando lo necesite"

A menudo, cuando crece experimenta una falta de apoyo emocional, atención, afecto, guía o comprensión, es muy probable que se arriesgue a esperar esta serie de "privaciones emocionales" incluso en la vida adulta. Es un miedo que viene con pensamientos como "Me siento solo", "No tengo el amor que necesito" o "Nadie se preocupa por mí" y algunas actitudes bastante típicas:

- Una sensación de ira e impotencia cuando no obtienes lo que quieres.

- Siempre te encuentras persiguiendo a personas que no expresan sus sentimientos.

- Evite mostrar sus vulnerabilidades a los demás, convencido desde el principio de que inevitablemente quedará decepcionado por sus reacciones.

- Un profundo resentimiento hacia las personas que lo rodean, por el simple hecho de no poder conseguir el amor y la comprensión que necesita.

El miedo de "no soy suficiente para él"

Muchas personas luchan constantemente con la sensación de no ser merecedoras, falibles o no dignas de ser amadas. Sus pensamientos giran en torno a la idea de que, si los demás realmente los conocieran, los rechazarían, la mayoría de las veces presentando una versión falsa de sí mismos porque uno no se siente seguro con su "yo" más profundo y real. Aquellos que ponen en marcha estos mecanismos, paradójicamente tienden a:

- Perseguir a las personas que se critican a sí mismas.

- Criticar excesivamente a los demás

- Esconde tu verdadero "yo"

- Tener dificultad para manejar las reprimendas.

- Compárate siempre desfavorablemente con los demás.

El miedo de "soy un fracaso"

Es el miedo a que quizás sobre todo sea capaz de hundir cualquier relación, y se origina ya sea por la creencia de que el fracaso es inevitable, o por la sensación de estar siempre un escalón por debajo de los demás, ya que uno no se siente lo suficientemente inteligente. talentoso o exitoso. Las personas con este miedo son propensas a:

- Permitir que otros los critiquen abiertamente y / o minimizar sus logros.

- Para socavar sus talentos y potencial.

- Oculta tu personalidad por miedo a ser considerado un fracaso

- Incuestionablemente juzgar y criticar a los demás.

Si uno de estos escenarios hiciera sonar una campana …

El primer paso hacia el cambio es identificar y tomar cada vez más conciencia de la situación que activa el miedo en cuestión, tratando de identificar los momentos particulares que tienden a desencadenar estos pensamientos negativos. En segundo lugar, cabe señalar cómo la propia experiencia actual, junto con todo ese vórtice de sentimientos y ansiedades, es capaz de catapultarnos al pasado, convirtiéndolo de repente en un lente a través del cual miramos el presente, distorsionándolo en consecuencia. De esta forma, nos vemos llevados a experimentar emociones intolerables de las que queremos deshacernos lo antes posible. La clave está en familiarizarse con estas emociones, redimensionándolas con respecto a su situación actual y sin dejarse tragar por ellas: en este sentido, hay que reconocer su origen y todas las diferencias que en ese caso llevaron a su desencadenamiento.

El truco es saber manejar el miedo, no tanto deshacerse de él.

Siempre que nos encontramos en la clásica situación que desencadena el miedo del que somos víctimas, intentamos no reaccionar de inmediato, respiramos profundamente y dejamos fluir todas las emociones hasta que nos sentimos más tranquilos. Después de eso, intentemos poner en marcha un mecanismo de desapego: analicemos nuestra condición actual, separándola del pasado, y adoptemos mecanismos de respuesta que puedan ser de ayuda concreta, y no perjudiciales, para nuestra relación.

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