Esperar demasiado de uno mismo está mal: aceptémonos como somos

Maya Angelou (poetisa estadounidense) siempre dijo que el éxito es: complacernos a nosotros mismos, hacer lo que nos gusta y prestar atención a cómo lo hacemos. Parecen tres ideas de vida fáciles de seguir, pero te llevarán por un camino realmente complicado de autodescubrimiento. Esperar demasiado, incluso de nosotros mismos, nunca nos llevará a ninguna parte.

Esperando demasiado de nosotros mismos podría ser el mantra de la vida que llevamos, conscientemente o no. Pasamos horas adaptando una agenda de actividades muy ocupada a una jornada laboral, tratando de poner tantas cosas como sea posible porque así tenemos la impresión de haberle dado el valor productivo adecuado al tiempo A nuestra disposición.

A lo largo de nuestra vida, desde la infancia hasta la edad adulta, se nos enseña lo que significa tener éxito. Allí definición de esa palabra parece escrita en piedra y, sin embargo, si nos detenemos un momento a pensar, nos damos cuenta de que es basado puramente en convenciones y expectativas sociales que han existido durante demasiado tiempo. El éxito de la era moderna está ligado al individualismo que distingue a nuestra sociedad.

Se espera que el concepto de éxito se pueda aplicar a todos, y de manera igualitaria y homogénea, pero sabemos la verdad que se esconde detrás de este concepto que solo aparentemente es tan democrático.

Medir el éxito para no esperar demasiado

Esta palabra no es medible de cualquier manera. No podemos medir nuestro éxito ni podemos compararlo a la de otra persona cercana a nosotros. No debemos compararlo con el de nuestra madre, nuestro padre, un amigo, un colega. Para ser honesto, sería mejor ni siquiera compararlo con lo que hemos tenido en el pasado. El éxito solo se puede medir cuando lo comparamos con nuestra satisfacción personal, frenando el instinto de esperar demasiado de nosotros mismos.

La palabra éxito debe convertirse en un concepto más saludable y asequible. Personalizado y cosido a nuestras medidas. Suspender el juicio de los demás y del propio, con el fin de obtener satisfacción personal, es la base para deja de esperar demasiado. Tener éxito significa estar bien: si estar bien significa trabajar ocho horas al día, que así sea. Si estar bien significa elegir un hogar y poner a sus hijos frente a usted, también lo es. Lo importante es estar satisfecho contigo mismo, y este sentimiento debe ser inquebrantable. Nadie puede decirnos cómo es una vida exitosa, porque simplemente nadie es como nosotros.

¿Sobresalir o exigir demasiado?

Cuál es el perfeccionismo? Es un aspecto de nuestro carácter que, en algunos ámbitos de nuestra vida, puede volverse patológico y clínico. ES una dependencia excesiva de aspirar a la mejor autoevaluación posible, yendo en pos y logro de estándares personales ultra exigentes Y a menudo autoimpuesto.

Querer hacerlo bien es fisiológico y también saludable. Todos sabemos, sin embargo, que autoevaluarse en su totalidad para un solo aspecto de nuestra vida (ya sea trabajo, estudio, deporte o una actitud ideal) es muy arriesgado y poco saludable. Si fallamos en nuestro campo de excelencia, y no es una cuestión de si, sino de cuándo, nuestra percepción de nosotros mismos terminará inevitablemente por romperse, causándonos una sensación de fracaso mucho peor de lo que debería ser. Marginar otras áreas de la vida y esperar demasiado de un aspecto de la vida es el camino hacia la autodestrucción. Nunca debemos olvidar esto.

Todos queremos sobresalir. Nos complace hacerlo bien, lograr buenos resultados cuando quizás no los esperábamos. Esperamos demasiado cuando permitimos que un error, por pequeño e insignificante que sea, altere nuestra percepción de nosotros mismos. los los errores son humanos y les pasan a todos. Los errores son parte de nuestra vida y no son una culpa personal, un estigma, un tatuaje indeleble. Los errores son un un momento pasajero del que incluso podemos aprender algo. Si alguna vez hemos acudido a un psicoterapeuta, éste nos habrá dicho al menos una vez que toda situación de crisis se convierte en una oportunidad. Si bien es difícil de ver en ese momento, mientras estamos cegados por el fracaso, esta oportunidad está ahí. ¡Y cómo si lo hay!

Aprecia quién eres, porque lo estás haciendo bien.

Con ganas de mejorar es un concepto noble y aceptable. Lo importante es no lo conviertas en una enfermedad o una obsesión. Cuestionar nuestros estándares personales y las creencias que hemos construido en una vida de ideas malsanas puede ser difícil, pero es el primer paso para apreciar quiénes somos realmente, quitando la lente de la perfección que nos hace exigirnos demasiado a nosotros mismos.

El primer paso para tolerar mejor esa sensación de frustración que surge cuando no somos tan perfectos como nos gustaría es modificar el lenguaje y las palabras que se utilizan para dar forma a esos mismos conceptos. Es necesario dar forma a nuestra forma de pensar, para llegar a concebir el error de una manera más flexible, más tolerante y menos dramática. Aprendemos a poner las cosas en perspectiva y a hacerlo también con las personas cercanas a nosotros: normalmente, somos mucho más estrictos con nosotros mismos que con los demás. Mostrémonos la misma indulgencia, empatía y comprensión y aprendemos que el equilibrio está en corregir sin dejarnos caer nunca en el pánico.

Articulos interesantes...